miércoles, 13 de octubre de 2010

El presbiterio y el jardín de la vida

"Los unos y los otros" es una insulsa película de Claude Lelouch de 1980 repleta de caras famosas del cine francés e internacional de la época. Poco apreciada por la crítica, que mayoritariamente la calificó de vacua y pretenciosa, e ignorada por el gran público, apenas ha resistido el paso del tiempo y seguramente hubiera caído completamente en el olvido si no fuera por sus fascinantes últimos 9 minutos de metraje, en los que un pletórico Jorge Donn baila una de las más famosas y conseguidas coreografías de Maurice Béjart, a partir de una versión abreviada de esa broma musical que es el "Bolero" de otro Maurice, Ravel. 

La versión del filme, además de añadir dos voces innecesarias a la orquesta, suponemos que por exigencias del guión, mezcla la evolución del espectáculo sobre el escenario con las inexpresivas reacciones de los protagonistas, que lo contemplan o bien desde el público o bien desde casa por televisión, lo cual no permite apreciar del todo lo mejor del conjunto: la danza. Por suerte, contamos con otras grabaciones de la coreografía de una cierta menor calidad técnica pero ideales para disfrutar plenamente de la belleza creada por Béjart y Donn.

El argentino Jorge Donn fallece en 1992 por complicaciones derivadas del SIDA, dejando tras de sí una carrera fulgurante y un buen puñado de amigos y admiradores. Varios de éstos le han dedicado homenajes, siendo el más conocido el de su mentor y amigo, Béjart, una vez más. El gran coreógrafo francés unió los sentimientos nacidos de la pérdida de Donn con los de la desaparición de Freddy Mercury para crear "Ballet por la vida", con música de Mozart y de Queen y vestidos de Versace.

Uno de los fragmentos más dolorosamente bellos ideados por Béjart es el inspirado en el segundo movimiento del Concierto para Piano y Orquesta número 21 del de Salzburgo: parejas de baile que parecen perderse y encontrarse de continuo mientras cuerpos que buscan volver a la vida sin conseguirlo son transportados en camilla por prosaicos enfermeros.

"Ballet por la vida", que todavía se sigue representando, lleva por subtítulo la enigmática frase "El presbiterio no ha perdido nada de su encanto ni el jardín de su esplendor". Famosa por haberse convertido en divisa del movimiento surrealista, aparece por primera vez, sin tener una clara relación con la trama, en la novela "El misterio del cuarto amarillo" del pionero del suspense Gaston Leroux. 

No resulta difícil fantasear con la pregunta de hasta qué punto Donn y Mercury se hubieran sentido plenamente identificados con el magnetismo evocador de estas palabras hechas imágenes.

2 comentarios:

Darío Mijangos dijo...

Leerte siempre me ayuda ... y está vez recordar a Donn y Fredy Mercury me ha emocionado muchísimo. Sólo tuve oportunidad de ver una coreografía de Donn hace ya mas de 15 años ya habiendo muerto él... y de Mercury, recuerdo que estaba leyendo cuando escuche por la radio sobre su muerte, ha sido este personaje público el único que me ha llevado a llorar cuando supe de su muerte.

saludos y gracias por la información y dedicación a este espacio

Adam dijo...

No podría estar mas de acuerdo..